Yo sabía que era una chica bonita, inclusive que en el colegio me consideraba como una de las chicas más hermosas que jamás ha pisado Hogwarts, inclusive hasta las mas envidiadas por la mayoría de las chicas, en especial las de Slytherin, y el sueño imposible para los chicos ya que a pesar de que siempre recibo miles de piropos de todos yo los rechazo y no es por el hecho de que son feos, sino que ellos no son de mi tipo, y lo que yo necesitaba era a un chico que se fijara por mi inteligencia y dulzura, y no por ser una niña bonita, rica y sangre pura.
Pero últimamente yo me sentía acomplejada y confundida. Yo no quería ser como Narciso, que cuya belleza inmortal era el deleite dulce para toda aquel y aquella doncella y joven que caía rendido a sus pies y que debido a que éste los hería con el frío hiel del desprecio, éste fue castigado por Némesis haciéndolo enamorarse de su propia imagen en el agua y que al final éste cayese en su perdición. Yo me estaba contemplando en el espejo y me estaba enfrentándome a mi misma. Mi lado vanidoso contemplaba el espejo con un aire de superioridad ya que sabía que yo era una belleza inmortal que nadie se rendia en contemplar; pero mi lado, mi ser y me verdadero yo estaba mirando el espejo con una sonrisa dulce en mis labios esperanzada con que algún día iba a conseguir al amor verdadero que me amase de verdad sin importar mi belleza o mi dinero. Pero era una maldita batalla. Yo quería ser feliz como una chica normal; pero también yo me sentía arrogante y superior tras conseguir todo lo que quiero por toda mi belleza y sangre veela. Yo estaba en una terrible interrogante.